El Choro es considerado por los estudiosos como el primer género musical urbano de Brasil. Coinciden en que el género es la clara combinación de elementos encontrados en la música popular africana y elementos pertenecientes a la música culta de los bailes europeos del Siglo XVI.

“El Choro es el alma del pueblo brasileño”, (Villa–Lobos en Diniz, 2003: 11), que refleja simbólicamente la construcción de la identidad de un pueblo, evidenciando desde el punto de vista de las normas clásicas de la antropología el engrosamiento de telarañas simbólicas de significado, simultáneamente extrañas, irregulares e inexplícitas, tramadas por la propia sociedad, no como una ciencia experimental en busca de leyes sino como una ciencia interpretativa en busca de significados.

A este vacío de identidad en Brasil del Siglo XIX, generado por los diferentes matices culturales provenientes del proceso colonial, se va sumando, a lo largo de los Siglos, otras influencias. Sucede esto porque Brasil es un país de gran extensión geográfica que experimentó un fuerte flujo migratorio en toda su historia.

Todos estos matices forman parte de la historia de Brasil y, por tanto, de la construcción de una identidad colectiva alimentada de la interacción entre tradiciones y costumbres diversas que todavía hoy siguen caracterizando a los brasileños.

Gilberto Freire, grande sociológo brasileño, en el cap.III de su libro “A República de 89 e a ordem social brasileira”, describe la tradición musical brasilera como un tipo específico de unificación de clases. Esto no es óbice para que el proceso se entienda como algo únicamente armonioso, exento de conflictos. En los estudios de Cacá Machado publicados por el Instituto Moreira Salles, se sostiene que, en esta misma línea argumentativa, la música se presentaría como un hilo conductor en este proceso de conformación identitaria, como se puede observar en el extracto siguiente:

“La música, desde su vertiente sacra, del contexto eclesiástico, y a través de su matriz, representada por la banda que tocaba doblados cívicos hasta la realizada por africanos en las sambas y maracatus con reminiscencias al África negra en las calles de Río de Janeiro o de Recife o de Salvador, acompañaba de tal modo al brasileño de la época del Segundo Reinado en sus diversas y contradictorias expresiones de vida y cultura, de algún modo armonizándolas o aproximándolas, que se puede afirmar haberse realizado mayoritariamente de manera auditiva más que por cualquier otro medio, la unificación de estos brasileños y varias orígenes de un brasilero de un solo parecer, casi de un solo sentir. Pues si unas músicas les dividían en clases, en razas, en culturas diferentes, otras les unían en un solo pueblo, a través de una síntesis sonora de antagonismos y contradicciones.”